Por muchos años pensé que no sabía hacia dónde iba, qué me gustaba o por qué me aburría de las cosas que al inicio me cautivaron. Recuerdo que cuando ingresé a la universidad estaba super entusiasmada, lo mismo me ocurrió en mi primer y segundo trabajo, sin embargo, con el tiempo, a los 2 o 3 años me empezaba a sentir nuevamente decaída, triste, fastidiada, incómoda, como si algo me faltará.
El desafío de limpiar lo que no me servía
Veía a otras personas trabajando 5, 10, 15 años en la misma empresa o mismo puesto y la sola idea de quedarme en el mismo puesto me daba escalofríos, en esa época pensaba que tenía un problema.
Pasé por situaciones complejas y desafiantes que me llevaron al límite, busqué entender que me sucedía, quería resolver lo que me pasaba, ya no podía más, en ese proceso empecé a conocerme y limpiar (así le digo yo) aquello que no me servía.
“Entendí que me sumergía en el aburrimiento cada vez que hacía lo que me gustaba pero que en el fondo no me apasionaba…”
Me di cuenta que el aburrimiento ocurría porque lo que hacía me gustaba pero no me apasionaba, que a mí me gusta darle un propósito a las cosas que hago y que me gustaba mucho ayudar a las personas, hacer cosas distintas y sobre todo crear, innovar y aprender.
Hasta que encontré mi pasión
Fue así que hace 6 años mi Ikigai era disfrutar la felicidad y compartirla y desde hace 2 años es compartir mis aprendizajes y sanación con el mundo, poder llegar a cada uno de ustedes, acompañarlos y guiarlos por ese desafiante pero hermoso camino.
Haber encontrado mi Ikigai o sentido de mi vida, me hace sentir feliz y plena en todos los aspectos de mi Vida. Deseo y espero que si llegaste hasta aquí, también te animes a vivir y disfrutes tu Ikigai.